DIA 6

Cada mañana cogemos un taxi para ir desde el hotel al Hospital. La verdad es que es empezar el día con una importante descarga de adrenalina. Para empezar, en Chimbote el tráfico es bastante denso, pero sólo circulan taxis, y todos están vacios. Para llamar la atención de los transeuntes pitan constantemente, pero cuando nos ven a lo lejos, a los tres gringos, aceleran la frecuencia del pitido hasta convertirlo en un escándalo ensordecedor hasta que nos metemos en uno; pero este agobio acústico no es más que el anticipo de lo que nos espera. Nadie en esta ciudad para en un stop, ni en un semáforo ni en un paso de cebra. Nadie cede el paso, y la gente se incorpora desde un camino a una via de dos carriles (mi conciencia no me permite llamar a esto autovía) sin ni siquiera mirar a su izquierda. Cuando en la carretera al pasar por una población hay badenes para disminuir la velocidad, la disminuyen haciendo un frenazo en seco, y después un acelerón hasta el siguiente frenazo. De esta guisa, vamos los tres al Hospital cogidos de la mano y dandonos codazos de puro susto. Hoy hemos decidido no desayunar hasta llegar al hospital, porque con tanto freno, acelero y sobresalto llegamos con el bollo en la garganta.





Esta mañana, antes de ir a la consulta hemos estado en la planta curando a la niña de la fractura de fémur, que como la atropelló una roca tiene bastantes heridas. ¡Ojo al carro de curas! Botellas de zumo esterilizadas rellenas de alcohol, agua oxigenada, iodo....

Cuando hemos bajado a la consulta estaba de bote en bote. Hemos de explicar primero que la consulta es una habitación con tres puertas: una da a una gran sala de espera, otra a la consulta de la enfermera y la tercera a un pequeño jardín.
Al principio, ordenadamente los pacientes guardaban su turno, pero llegado el Angelus (que se retransmite por la megafonía del Hospital), los pacientes, cansados de esperar, han hecho suyo el refrán casa con dos puertas, mala es de guardar, y han empezado a entrar, sin respetar que hubiese otro enfermo dentro por las 3 puertas a la vez. En el momento cumbre, Carlos Quiroz estaba infiltrando el pie de una señora madurita, Paco exploraba una rodilla a un joven que yacía en calzoncillos en la camilla y Sergio valoraba la inmovilización de otro chico con una fractura de escafoides; como la señora de la infiltración se quejaba porque le dolía mucho, le hemos preguntado cuantos hijos tenía y ha empezado a gritar: ¡Soy virgen! ¡Soy virgen!

A pesar de todo este desbarajuste, hemos visto muchos pacientes, y el hijo del exalcalde, como prometió nos ha traido las entradas para ir al fútbol, que como era a las 15:45 (porque en el campo no hay luz eléctrica, ni para el alumbrado ni para el marcador), hemos salido pitando desde la consulta.

El partido, de máxima rivalidad entre el José Galvez de Chimbote y el Cienciano de Cuzco se ha saldado con victoria de los locales, tangana e invasión del campo y alborozo general de la parroquia, con la que nos hemos fundido en gritos y abrazos como los más fieras hinchas Chimbotanos.

Hemos de aclararos, que aunque esto está justo debajo del Ecuador, aquí hace un frio que pela. Cómo vinimos pertrechados de camisetas y bañadores, estamos pasando un poco de frio. Paco, después de estar todo el partido con los brazos con el aspecto de un pollo del Pryca ha decidido comprarse alguna chompa (jersey). Hemos entrado en una tienda cercana al hotel, y tras hablar un rato con el dueño, este nos ha dicho Ustedes deben ser los españoles traumatólogos que han venido al hospital regional, y nos ha enseñado el periódico:

Seguro que con esta publicidad, mañana se nos salen los pacientes por las orejas, pero eso os lo contaremos mañana.

Un abrazo a todos.