DIA 7

Todos los días cuando acabamos de currar en el Hospital, Carlos nos trae a comer al restaurante donde él come siempre. Es un lugar de comidas caseras que siempre está lleno de gente, tanto por la calidad de su cocina cómo por lo abundante de sus raciones. Cada mediodía nos echamos al buche más de un kilo de comida, eso sí, de lo más variada: anticuchos, papas a la huancaína, ceviches, choclo, chancho a la brasa, rocotos rellenos, cuy, paltas o carne de res, siempre acompañado de un buen ají y regado con la correspondiende Inka-cola. Probablemente cuando nos volvais a ver tendremos una cintura ligeramente mayor.

El otro día cuando estuvimos en Lima vimos la procesión del Señor de los Milagros, al que en todo Perú se le tiene mucha devoción, y hoy al ir al volver del Hospital nos hemos cruzado con las andas (cómo podeis ver en las fotos) que las trasladaban en un camión.

Hoy hemos vuelto a estar en consulta. La noticia de que los médicos españoles están en el Hospital se ha extendido como la pólvora, y la verdad es que viene bastante gente a que los veamos.
No os vamos a engañar, son pocos los que vienen con problemas muy importantes. Vemos algunas fracturas, viene gente a pedirnos consejo u opinión antes de someterse a un tratamiento quirúrgico o no, pero también vemos, igual que en España, dolorcillos diversos de poca monta. Hoy a venido a la consulta una señora muy expresiva, con dolores difusos que afectaban a todo su cuerpo, que nos ha ayudado a definir el síndrome Aserejé: le hemos preguntado dónde le dolía y ha comenzado levantando los dos pulgares -me duelen los dedos- ha dicho, y después se ha señalado por este orden codo derecho, codo izquierdo, hombro derecho, hombro izquierdo mientras repetía -aquí, aquí, aquí, aquí-; después se ha tocado las dos caderas con las palmas de las manos -acá también- y ha terminado su aserejé poniendo una mano en cada rodilla -y acá-. Su descripción ha sido tan rítmica que cuando ha acabado no hemos tenido dudas de como bautizar el síndrome.

Hemos ingresado a una señora con una fractura supracondilea de fémur como podéis ver en las fotos.

Y mañana por fin nos espera un dia duro: vamos a operar a la niña Quechua que tiene una fractura de fémur, un chaval de 15 años con una fractura diafisaria de tibia y un hombre de 32 años con un pilón tibial. Aquí teneis las radiografías.

Para los traumatólogos: no tenemos escopia en quirófano, ni material auxiliar, ni clavos intramedulares, ni caja de disección como las del hospital; para cada paciente hemos tenido que elegir de lo que traíamos una única placa y los tornillos contados. Se que parece una prueba del Gran Prix, pero aquí esto es la cruda realidad. Esperemos que no se nos caiga un tornillo en medio de la cirugía. Nos vamos a descansar que mañana hay que dar la talla.

Ya os contaremos que tal ha ido todo, pero si hay suerte eso será desde Chiclayo. Nos vamos a ver la tumba del Señor de Sipán.

Un abrazo muy fuerte y recordad que esperamos vuestros comentarios.